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29 mayo 2008

LA MIERDA NOS RODEA

Que bello es vivir en Getafe (la mierda nos rodea)

Queridos colegas de la “blogesfera” hoy me gustaría hablar de lo bello que es vivir en Getafe. Sí, en el fondo estoy contento de vivir en un piso de mierda, sin ascensor y rodeado de gentuza (cada uno que entienda por gentuza lo que le dé la gana).

Sí, querido “apigos y apigas”, vivir en Getafe es maravilloso. Un día normal en Getafe es levantarse y tragarse el atascazo de la carretera Toleda (A-42) para llegar al currete tarde. Cuando vuelves a casa a comer, después de haberte chupado otro atasco, después de haberte dormido una siestecita, etc, uno va a darse un paseo y se topa con mierda por todas las partes; empezando por la mierda de farolas que ha puesto nuestro alcalde, siguiendo por la mierda de macetas gigantes que ha puesto nuestro alcalde, la mierda de semáforos de colorines que ha puesto nuestro alcalde, la mierda de obras de la calle Madrid, la mierda de atascazos dentro de la urbe, la mierda de perros que pisas por la calle (esto también estoy seguro de que las pone el alcalde), la mierda de alumbrado ( que falla más que una escopeta de feria), la mierda de bancos inexistentes en algunos barrios, la mierda de NO papeleras en algunos barrios de nuestro querido Getafe, la mierda de aparcamientos (no tenemos y ponemos el coche en cualquier sitio, siendo multados debidamente), la mierda de ECOTASA que nos sigue cobrando el alcalde.

Pero lo mejor es ver como se ríen de nosotros y nos venden la moto con los presupuestos participativos, vuelven a la carga con estas reunioncillas de comprados, los cuales previamente se han reunido en alcaldía y piden lo que les han dicho. Nos dicen que decidamos lo que queremos en nuestro barrio, cuando es obligación del gobierno municipal hacerlo e invertir lo que sea necesario en el mantenimiento y demás. Esto es Getafe y su dictadura Castrista.

LOS APRETONES

El tema del que vengo hablar hoy no son las películas de terror, y sin embargo provoca escalofríos, sudores, sufrimiento, acongoje y, sobre todo,... es para cagarse.
Sí, voy a hablar del apretón. Aquel que no lo haya sufrido será uno de esos ignorantes que piensa que el peor dolor es el de muelas o el dolor del parto, o el de un tiro en el estómago, o el de un cólico nefrítico, o incluso la tan socorrida patada en los ... el que sientes como si te despellejan y te echan sal por encima... sin embargo aquellos de vosotros que lo hayáis sufrido sabéis de lo que hablo, y seguro que se os ponen los pelos como escarpias sólo de pensar que puede ocurrir de nuevo en cualquier instante.
Porque lo peor del apretón es que aparece por sorpresa y entonces sabes que estás perdido.
Imaginad, es un sábado por la noche y estás con los amigotes en un lugar de marcha; de repente, sientes que se mueven tus intestinos, un retortijón te hace doblarte de dolor y piensas ingenuamente "este dolor lo soluciono yo con un buen pedo". Y te vas acercando disimuladamente a los altavoces para que la música mitigue el sonido de tu incontenible ventosidad, el local está abarrotado, y como no te puedes aislar del resto, tienes que elegir a una víctima... así que colocas tu espalda junto al chulo aquel que guiñó el ojo a tu chica,... "Ahí va eso, ... ". Y ...¡zas!.
Descubres horrorizado que tu pedo no era todo lo etéreo y gaseoso que deseabas, y tienes la seguridad que esa noche tampoco vas a tener sexo, pero esta vez es porque tú no lo deseas, porque por nada del mundo dejarías que tu novia viese el nuevo estampado de tus calzoncillos.... y lo peor de todo... sabes que has abierto brecha......
Tu pedo con sorpresa ha dejado el camino expedito (no es pedito) a todo lo que viene detrás. Y esto ya no hay quien lo pare. Y de repente sabes que en tu organismo se ha activado una bomba de relojería y ha comenzado la fatídica cuenta atrás.
Inevitablemente va a estallar. DIEZ, NUEVE.... . Te hubiera gustado estar en un restaurante... o mejor aún ... en tu propia y añorada casita. Pero la fatalidad ha querido que te encuentres en un bar de marcha, el tiempo es un factor critico y ya no puedes elegir. Te encaminas al baño. Al llegar hay cola.... .SIETE, SEIS.... se te pasa por la cabeza la posibilidad de matarlos a todos. Decides que, al fin y al cabo, eres un hombre y que puedes aguantar un poco más... CINCO... Lloras, gimes, te pones de rodillas y suplicas que te dejen pasar, que es una auténtica urgencia, a vida o mierda. Ignoras sus carcajadas y avanzas hasta conseguir meterte en el único cubículo que hay en el baño. La puerta carece de cerrojo, pero a tí eso ya poco te importa. Estás contento porque hay taza, en lugar de un mísero e inmundo agujero en el suelo. Sin embargo empiezas a fijarte en los detalles. Colocar tu culete sobre las salpicaduras que luce ese inodoro podría producirte una úlcera de glúteo, o al menos algún sarpullido. Se te ocurre la genialidad de que podrías cubrirla con papel higiénico y entonces descubres, con horror que, efectiva y tristemente, que no hay papel higiénico. Y recuerdas con rabia que el sabio y desinteresado consejo de tu madre de llevar un paquete de kleenexen el bolsillo no era tan ridículo como te había parecido hasta ese momento. De repente aparece un rayo de esperanza cuando recuerdas que guardaste unas cuantas servilletas de papel de servilletas del burguer en el bolsillo.
¡Qué tíos más majos esos americanos!. Con razón están en todo el mundo. TRES, DOS ... las colocas rápidamente cubriendo la zona de sentado, pero al contacto con la taza las servilletas se disuelven y empiezas a pensar que aquello no es un baño de diseño y que aquel inodoro no fue amarillo en el principio de los tiempos. UNO y... se acabó, no hay más tiempo, te bajas los pantalones con presteza y desde una distancia razonable en la que tu vello púbico no corre el riesgo de teñirse de rubio apuntas con rapidez y...CERO AAAAAAAAAAHhhhhhhh....¡Qué gusto!.... eres feliz, ha sido como un orgasmo. La lástima es que no puedes relajarte y fumar un cigarrillo. Alguien golpea la puerta y la empuja, te das la vuelta para sujetarla con el culo procurando que tus pantalones no entren en contacto con ese suelo hábitat de sapos, culebrillas y seres uni y pluricelulares varios. Entonces contemplas el terrible panorama. Si Guillemo Tell hubiese tenido la misma puntería con el arco que tú con el culo posiblemente Guillermito, su hijo, el auténtico héroe del cuento, hubiera llevado toda su vida una protuberancia con forma de flecha en la frente.
Ya no quedan más servilletas en tus bolsillos. Por cierto, ¡Ya podían fabricar las servilletas más grandes los yankees esos!. Sólo hay un modo de solucionar aquello.... sacrificar tus gayumbos. Sí, son tus gayumbos de la suerte, pero van a morir
en acto de valor... . Así que te los quitas, te dispones a arreglar el
desaguisado en la taza y una racha de aire fresco, te recuerda que lo primero es literalmente salvar tu culo. No es que tengas un tarzanito colgando de los pelos, la familia numerosa de Chita cuelga en cada una de tus lianas. Y si no haces algo van a integrarse con tus vaqueros. Así que lo primero es lo primero: Utilizas tu talismán de la suerte para tu higiene personal.
Respiras y la situación es la siguiente: la gente llamando a la puerta, la taza coronada con tu obra churrigueresca, tus calzoncillos olorosos sujetos entre el pulgar y el índice de tu mano derecha... . Estás francamente sorprendido de tu habilidad para separar los dedos que no hacen la pinza de los gayumbos. Y ya sólo quieres salir huyendo de allí cuanto antes, entonces arrojas los gayumbos en la taza, tiras de la cadena.... y cuando ves que la taza atascada se va a desbordar sales corriendo de allí sin
dignarte a mirar a nadie a la cara, agarras a tu perpleja novia con la mano derecha y al salir a la calle sabes que a ese local tampoco vas a poder volver porque la has cagado... mejor dicho... porque lo has cagado.

EL RETRETE Y LA INFLACION

Visitar el retrete es inflacionista

Gustavo A. MUÑOZ

20 de diciembre de 2007. Solbes es un genio de la economía, aunque en ocasiones se le olviden las cosas. Cuando era comisario europeo de la cosa, el hombre no nos advirtió, que yo recuerde, del efecto, bastante superior al de las propinas por un café, que tendría en la subida de precios esa tendencia al redondeo por arriba que el Banco Central Europeo negó con tanta persistencia como la tuvo su director en reconocerlo cuando se jubiló, es decir, cuando ya no servía para nada. No él, sino decirlo.

La teoría de Solbes -expresada en el asunto de las propinas- de que el consumo, hasta hace unos días considerado ahorro, ejerce una presión maléfica sobre el incremento de los precios, es real, y sólo hay que visitar el lavabo de nuestras propias casas con el recibo municipal del agua en la mano.

Cada vez que usted tira de la cadena paga las siguientes cosas: el agua depurada, la depuración de aguas residuales, el mantenimiento del alcantarillado, la amortización del sanitario, la electricidad del motor de bombeo del agua, el papel higiénico y el disgusto-bronca de su señora por perpetuarse en el cuarto de baño.

Cuando más se utiliza el retrete más se presiona la inflación y más se agrede al medio ambiente, con lo cual cabe concluir que para el bienestar de España, la moderación de la inflación y tranquilidad de los ecologistas conviene que todos estemos estreñidos.

He dicho, a inspiración de Solbes.