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19 junio 2008

ALIENACION SOCIAL

Mis perros me obligan a relacionarme con el "exterior", lo que impide que acabe siendo una alienígena, y no me refiero a los aliens, por los cuales profeso mucho respeto, sino a mi alienación social. Lo de trabajar desde casa tienes su pro y sus contra. Pues eso, ya en la calle, me la paso pisando cacas -que los incivilizados dueños de chuchos no recogen- y aún así, reviso las papeletas que he adquirido para todos los sorteos y, hasta ahora, no he ganado ni un mísero reintegro. No pasa nada, ya estoy tan acostumbrada a ser pobre, que si me volviera millonaria repentinamente, mi existencia se podría complicar. No obstante reconozco que acepto ser pobre, pero preferiría no tener que traer a casa las mierdas que se quedan pegadas en las suelas de mis zapatos. Así que les pido a los dueños de encantadores perritos, que por favor no sean animales y que recojan las deposiciones de sus mascotas. Pero más que de cacas perrunas (me enorgullece afirmar que SIEMPRE recojo las de mis canes), quiero detenerme en las humanas. Las calles y los parques de Madrid están llenos de mierda nacional e importada (de los indigentes autóctonos y de los imigrantes), así como de los papeles impregnados de ese poco glamouroso "paté", con los que esta gente se asea, a fin de que no se les irrite el culete. De todos modos, y sin una pizca de sentimiento xenófobo, hay que diferenciar a los sin techo locales, de los forasteros. Los primeros saben y conocen las "facilidades" que les da la Comunidad, para hacer su vida menos pesarosa. Son muchos, pero no tantos como el contingente de los recién llegados que, seguramente por falta de comunicación y para mantener su identidad, se instalan en "colonias". Hay muchas zonas de Madrid que parecen hoteles o residencias de indigentes extranjeros. Pienso que el Gobierno local debería ayudarles y recolocarles en algún sitio mínimamente respetable en el que ellos puedan comenzar a organizar una nueva vida, sin que el resto de la gente les señale como una "plaga". Otra cosa, y no sólo adjudicable a la gente que vive en la calle, son los meódromos al aire libre. Hay muros, paredes y vías en los que es imposible pasar sin taparse la nariz, para contener las arcadas. Entiendo que todos tenemos que comer, y que también es necesario eliminar lo que ingerimos. Lo que no me cabe en la cabeza es que haya individuos que dejen sus "regalitos apestosos", al alcance de niños y de mascotas. Mi perrito, un auténtico trasto indomable, es muy dado a comer todo lo que pilla en su camino, lo que incluye precisamente toda esa mierdería. En cuestión de gustos... Ya se sabe, pero me he gastado un pastón en veterinaria para curarle una infección de hígado y vesícula que consiguió gracias a estos manjares. Tampoco pretendo llevar a la hoguera a esta pobre gente que vive en las vías públicas -ya bastante feo es no tener un hogar- ¿Pero no sería bueno que en la ciudad se instalaran aseos públicos gratuitos para librarnos de tan desagradables visiones y tufos? Mientras el Ayuntamiento no tome cartas en el asunto, lo tengo claro: por una parte, mi pequeño trasto de cuatro patas circulará por la ciudad con un saludable bozal para ahorrar la pasta del veterinario y, segundo, ya no jugaré a nada más. Lo único que sí llega inesperadamente cuando uno pisa mierda es sólo eso, más mierda.

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